Tras la picadura de un mosquito Anopheles infectado, los ‘esporozoítos’ entran en el organismo, alcanzando las células del hígado. Una vez allí se reproducen, provocando la ruptura de estas células y siendo liberados al torrente sanguíneo en forma de ‘merozoítos’. Estos infectan a los glóbulos rojos y se dividen en su interior, rompiéndolos tras un periodo de tiempo de dos a tres días y liberándose de nuevo al torrente sanguíneo, donde infectan a nuevos glóbulos rojos de forma cíclica.
Si bien la causa más común de malaria es la picadura del mosquito Anopheles, también puede ser transmitida mediante transfusiones sanguíneas o trasplante de órganos y, en el caso de las mujeres embarazadas, de forma congénita al feto.
Cada año cerca de 500.000 personas fallecen a causa de la malaria, localizándose el 90% en el África subsahariana. La enfermedad afecta, principalmente, a las regiones de África, Asia y América situadas entre los trópicos de Cáncer y Capricornio, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Actualmente, existe casi un centenar de países en los que la malaria no está erradicada. A la hora de viajar a estas regiones, se deben tomar algunas precauciones para prevenir su contagio:
Los síntomas de la malaria importada aparecen a los 7 días de la picadura del mosquito Anopheles. Como consecuencia del avance de los parásitos por el torrente sanguíneo, se experimentan fiebre, escalofríos, dolor de cabeza o vómitos. Además, puede observarse presencia de sangre en las heces o ictericia (piel amarillenta) y padecerse dolor muscular o espasmos.
Dado que los parásitos tardan en destruir los glóbulos rojos de dos a tres días, los síntomas de la malaria se presentan en ciclos, cada 48 o 72 horas. Debido a la pérdida de glóbulos rojos, los pacientes pueden experimentar anemias: el vertido de grandes cantidades de hemoglobina en el torrente sanguíneo.
Para confirmar una infección por malaria, es necesaria la realización, en intervalos de seis a doce horas, de un ‘frotis de sangre’: un análisis de la cantidad y de la forma de las células sanguíneas del paciente. Por otro lado, la realización de un hemograma permitirá identificar la presencia de anemia en el paciente.
Una vez confirmado el diagnóstico, el tratamiento farmacológico variará según la región en la que se haya contraído la infección. La mayoría de pacientes requerirá asistencia hospitalaria, especialmente los afectados por el parásito Plasmodium falciparum y algunos de ellos pueden necesitar cuidados médicos o asistencia respiratoria.
Conozca más sobre las medidas profilácticas y el tratamiento a seguir tras el contagio de la enfermedad.